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Notas

Cuando El Niño tiende a ponerse bravo

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Por Luis Carlos Irala
Los últimos días del año pasado y los primeros del 2016 se sintieron plenamente los efectos del fenómeno climático conocido como El Niño, cuyas características principales son las intensas lluvias y en consecuencia las inundaciones de las zonas ribereñas.

Si bien los años anteriores el clima lluvioso no fue tan intenso, en esta temporada se hizo sentir con mayor fuerza afectando no solo a los poblados que están en las riberas de los ríos, sino también los extensos campos de pastoreo de ganado y de cultivos agrícolas.

Los primeros en sentir los efectos de las continuas precipitaciones fueron los pequeños productores frutihortícolas, cuyos campos fueron castigados por la inclemencia del tiempo y buena parte de la producción de sandía, melón y piña, entre otros, se echó a perder. Ahora también los cultivos de arroz están siendo afectados por el exceso de agua y se habla de pérdidas de entre 10% y 15%.

La ganadería tampoco escapa de esta situación. Ocurre que las zonas de amplios campos ganaderos como Concepción, San Pedro, Ñeembucú, Misiones y el Bajo Chaco están con abundante agua que ya perjudica la calidad de los pastos, a más de dificultar el traslado de los animales hasta los puntos de comercialización debido al mal estado de los caminos vecinales.

Tal es el caso que el Banco Central tuvo que sacar una resolución a fin de facilitar la refinanciación de las deudas de los productores agrícolas y ganaderos, porque ya están en mora y se les hacía difícil cumplir con los pagos.

Los efectos del fenómeno climático El Niño también están generando preocupación en el sector oficial, pues debido a las constantes lluvias casi el 80% de las obras viales están paralizadas, a más de los daños que causan las precipitaciones a los caminos ya habilitados. En caso de que el MOPC no pueda ejecutar las obras viales, las inversiones públicas se verán retrasadas y ello repercutirá finalmente en el crecimiento de la economía y en la circulación de dinero.

Es más que evidente que las muchas lluvias tienen un fuerte impacto en la economía del país. Si bien el Gobierno está tomando acciones para mitigar sus efectos, resulta imposible controlar el clima.

Ante esta situación de inclemencia del tiempo, desde mi punto de vista no queda de otra más que recurrir al Padre, cuando El Niño se pone bravo. En otras palabras, y desde el punto de vista cristiano, no queda otro camino que pedir al Creador que tome control de la naturaleza, obra de sus manos.

Sé que algunas organizaciones religiosas están convocando a un día de oración nacional a fin de pedir al Creador que tome control de la naturaleza, que ya está perjudicando en lo económico, material y emocional al país.

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