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El Brasil que se viene: desafíos en el país que gobernará Jair Bolsonaro

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El nuevo presidente asume este martes 1° de enero. Déficit fiscal, ajustes en planes sociales y agenda exterior, entre los retos de su mandato.

Este martes, cuando Jair Bolsonaro se convierta en el 45° presidente de Brasil, el país asistirá al comienzo de un ciclo histórico que implica una ruptura con 24 años de gobiernos socialdemócratas, que fueron más centristas o más izquierdistas según los períodos. ¿Cuánto puede durar y qué características tendrá este nuevo período? Como es obvio, solo el andar del nuevo líder político dará una respuesta.

Pero la resolución de ese interrogante puede demorar bastante más que los 100 primeros días, que se ha impuesto en el mundo como lapso para que los gobernantes aprendan a gobernar. Es que esta nueva administración será muy diferente de las que precedieron. Por empezar fueron dadas de baja seis carteras, que orbitarán ahora en el nivel de secretarías. Es el caso de Desarrollo e Industria, Trabajo, Cultura, Derechos Humanos, Medio Ambiente y Planificación. Pero también porque son todos nuevos en la tarea de dirigir un Estado.

El propio Bolsonaro tiene como único antecedente político sus largos años en el Congreso, pero sin que llegara a dirigir la Cámara de Diputados. El propio establishment lo reconoce: “No está preparado para la función pública. Y eso le traerá problemas en los primeros tiempos. La evaluación es nada menos que del presidente del grupo Itaú, Alfredo Setúbal.

A los banqueros y financistas les preocupa, especialmente, la rigidez que pueda existir en las relaciones con el Congreso. “Desconfiamos de la fragilidad de articulaciones políticas del gobierno Bolsonaro con el Parlamento”, le dijeron a Michel Temer en una reunión realizada a principios de la semana pasada. Y este domingo, el actual jefe de Estado se hizo eco públicamente de ese temor: “El Poder Legislativo no puede ser menospreciado” advirtió a aquél que, dentro de algunas horas, ocupará su puesto.

Para enfrentar las hipótesis “pesimistas”, Bolsonaro ya anunció una iniciativa que fue uno de sus grandes compromisos de campaña. Dictará un decreto de “flexibilización” del Estatuto del Armamento, una ley que impuso límites al comercio y tenencia de armas. Se lo había prometido a los 55 millones de brasileños que lo votaron.

Fuentes del futuro gabinete dijeron que la sugerencia había partido del próximo jefe del Ministerio de Justicia, el ex juez Sergio Moro que se tornó una celebridad con las investigaciones del Lava Jato.

El gabinete ministerial aprobó la última semana de diciembre un documento titulado Agenda de Gobierno para los primeros 100 días. Según reza en la introducción, el dossier está destinado a definir “acciones prioritarias en cada uno de los ministerios, lo que permitirá la selección de la política que deberá ser entregada al pueblo brasileño”. Parecido a un manual de instrucciones para la administración pública, la agenda incluye una de las famosas frases del próximo presidente: “La verdad va a libertar este gran país. Y la libertad nos va a transformar en una gran nación.La verdad fue el farol que nos guió hasta aquí, y va a seguir iluminando nuestro camino. Mi compromiso asumido con los brasileños fue el de hacer un gobierno decente, comprometido exclusivamente con el país y con nuestro pueblo. Trabajaremos día y noche para eso”.

Algunos de los ministros tendrán papeles preponderantes en el famoso lapso de tres meses y medio. Paulo Guedes, el hombre que estará al comando de la economía, es uno de ellos. Su objetivo principal es mostrar que está dispuesto a bajar el déficit fiscal como sea. Para él, es la condición de sustentabilidad de la enorme deuda pública que hereda (de casi un billón de dólares al cambio actual).

La primera medida que quiere cumplir es aquella que se refiere a las partidas del presupuesto nacional aprobada por el Congreso: pretende tener un mayor grado de libertad para el uso de los fondos hacia otros destinos diferentes que los fijados a priori. Otro de sus planes es la desburocratización del Estado. Pero más importante aún es la definición de los programas sociales que deben sufrir cortes de subsidios o directamente ser extinguidos. El plan del ministro es lograr en ese ámbito un ahorro de US$ 12.000 millones (al cambio actual). Una de las ideas es fusionar el “bolsa-familia” -subsidio creado para los más pobres por Fernando Henrique Cardoso-, con el seguro de desempleo. El gran desafío será lograr que el Congreso apruebe la reforma de las jubilaciones, considerada clave para el equilibrio fiscal. Y en este caso entra en juego la habilidad de quien será el ministro político: el diputado federal Onyx Lorenzoni.

En esta primera etapa otro de los grandes retos es la orientación de la política externa. Bolsonaro ya dio señales de a quiénes pretende privilegiar. Son los gobiernos con los cuales comparte ideas: Israel y EE.UU. El premier Benjamin Netanyahu, que llegó el viernes y estará en el traspaso del mando, confirmó este sábado que “Bolsonaro me dijo que el traslado de la embajada no es una cuestión de si se hace o no, sino de cuándo hacerlo”.

Un interrogante que sobrevuela el Mercosur es qué hará Bolsonaro con el bloque y en relación a la Argentina. La región es el mayor mercado para productos industriales de Brasil. Y según la Asociación de Comercio Exterior de Brasil, esas exportaciones de manufacturas generan 50.000 empleos directos e indirectos cada 1.000 millones de dólares de bienes brasileños vendidos a los socios.

Clarín.com

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